En muchas empresas hay redactores, diseñadores, jefes de área, pero no suele haber alguien que piense el mensaje de forma transversal.
Este alguien es quien suele hacer las preguntas incómodas, conecta la intención con el impacto, y ve el texto como parte de un sistema, y no como una pieza aislada. Esta figura (casi invisible) es el editor estratégico.
No es alguien que solo corrige estilo. Tampoco es quien aprueba ortografía o cambia adjetivos. Más bien es quien se pregunta:
Escribir bien no es lo mismo que comunicar con dirección. Un editor estratégico piensa en el lector, en el negocio y en el contexto. Lo ve todo al mismo tiempo.
Tus textos suenan bien, pero no pasa nada.
Tu equipo redacta con claridad, pero los mensajes no generan acción.
Consejo editorial: antes de escribir, define con una frase qué quieres que pase después de que alguien lo lea.
2. Cada área escribe como quiere.
RH suena corporativo, Comercial suena a venta, Marketing parece otra marca.
Consejo editorial: crea una guía de tono basada en el lector, no desde la marca. Por ejemplo: “cuando hablamos con el equipo interno, hablamos así; cuando hablamos con líderes, evitamos esto”. Que incluya ejemplos, frases sugeridas, qué sí y qué no.
3. Todo mundo opina, nadie edita
El texto pasa por mil manos, y cada versión lo hace más largo y más neutro.
Consejo editorial: designa una sola voz final. Y pregúntate: “¿esto lo estamos editando para que suene mejor o para que funcione mejor?”.
4. El mensaje cambia según quien lo cuenta
El comunicado dice una cosa, el ppt otra y el posteo algo distinto.
Consejo editorial: alinea los mensajes clave. Usa una matriz que conecte canal, público y versión.
5. Se enfocan en el cómo, no en el para qué
Se discute el tono, pero nadie se detiene a preguntar por qué se está escribiendo eso.
Consejo editorial: antes de redactar, responde esto: “Este mensaje es necesario porque…”.
6. El lector no entiende (o no reacciona)
El mensaje pasa sin pena ni gloria. Está bien redactado, pero no genera eco.
Consejo editorial: préstalo a alguien ajeno. Si no lo entiende o no reacciona, algo falta.
7. Hay mucha información, pero poca intención
Textos largos, cargados de datos, sin dirección emocional.
Consejo editorial: al cerrar un texto, pregúntate: “¿Qué quiero que sienta esta persona al terminar?”

Si estás aquí, quizá es momento de hacer una pausa editorial. No para criticar todo lo que se ha hecho, sino para afinar, reorientar y volver a escribir con intención real.
Este post es para que veas que el lugar entre “esto suena bien” y “esto sí funcionó” se llama edición estratégica. Y ese espacio existe; solo hay que ocuparlo.